jueves, 7 de abril de 2016

Capitulo 7 ( cuarta parte) final del capitulo

Mensajes para un gran amor

CAPITULO VII
TIEMPO PERDIDO
(cuarta parte)


Sor Inés fue conducida por Teresa hasta el invernadero donde  en ese momento, Ester,  disfrutaba observando el progreso de sus cultivos florales. Así la encontró la monja, con un mameluco y guantes, regando varias macetas.

-¡Qué diferente se ve la casa doña Ester! -saludó alegremente la religiosa.- ¿Cómo se encuentra usted? Por lo que veo bastante ocupada.

-¡Hermana Inés, me extrañaba que no viniese a visitarme!-respondió la dueña de casa  y acompañó sus palabras dando un beso en cada mejilla de sor Inés.- Vio los cambios que he realizado en la mansión ¡La casa  revive!-afirmó sonriente doña Ester.

-Sus rosas crecen rápidamente- observó la monja.

- Porque las cuido con mucho amor. Las plantas perciben el afecto que les brindamos.

-Pronto tendrá una hermoso jardín-dijo Inés admirando la gran cantidad de macetas.

-Si Dios quiere, para la próxima primavera, mis jardines estarán tan coloridos como cuando era una niña.

Por suerte, el buen humor de la anciana favorecía a la misión encomendada por la madre superiora a Sor Inés.

-Mi visita de hoy es en representación de todo el convento -le informó la religiosa.

-Dígame sor Inés, ¿en qué puedo ayudar?- exclamó un poco sorprendida .

-Hemos pensado en organizar un festival de música, para recaudar fondos en beneficio del nuevo orfanato.


-¡Pudieron abrir finalmente ese hogar para niños! ¡Qué buena noticia sor Inés!- exclamó con alegría la venerable dama.

-Si. Gracias a la Virgen Maria que nos iluminó. Pero se necesitan muchas cosas para seguir adelante y por eso creemos que el festival ayudará a conseguirlas.

-Por supuesto que colaboraré, le pediré mi chequera a Teresa y...






La religiosa la interrumpió con un ademán y una sonrisa. Con un tono de voz, solemne y respetuoso,  dijo a la anciana:

-No queremos pedirle dinero doña Ester. Si fuese posible deseamos algo más personal.

-¿Personal?-preguntó sorprendida la venerable dama.

¿Algo personal? ¿Qué significaba? ¿Querían realizar el festival en su casa? No, eso era imposible. Pedir semejante cosa era demasiado atrevimiento ¿Qué sería?

-Deseamos invitarla a participar en el festival. Tocando el piano-exclamó la monja y continuó con entusiasmo-¡El festival tendrá mucha publicidad! La hermana Felicitas se ocupará de todo.

-Pero... ¿cómo participar? yo...-dijo Ester un poco confundida.

¿Les interesaba a ellas, que una abuela suba al escenario? El público seguramente, sería todo el pueblo. Ese pueblo que su padre hizo crecer. La familia Molinari no participaba de eventos sociales, desde que ella cumplió sus veinte años.

 -La madre superiora y me incluyo, admiramos sus interpretaciones en piano- dijo Inés y agregó con cierta timidez- seria un honor contar con su presencia en el escenario de nuestro festival.

Inés siguió contando animosamente sobre el evento,era un torbellino de palabras:

-Estará presente nuestro coro, la hermana Frida es una magnifica soprano. También participará ¡un coro de niños! un cuarteto de cuerdas y un conjunto de flauta traversas  vendrá de la capital.

-¿Yo tocar frente a un público?- Ester con solo imaginarlo se sentía dentro de un sueño.

-Es usted una gran pianista- afirmó con devota sinceridad la religiosa.

-Tocaba siempre en los cumpleaños de papá, frente a sus amigos. Me hubiese gustado presentarme en teatros.  Me quedé en el pueblo al terminar mis estudios y mi  posible carrera como pianista se esfumó cuando elegí  mis responsabilidades como hija.

Interiormente, Ester se culpaba. Su gran habilidad para tocar el piano permaneció escondida entre las paredes de su casa. Ella era la única responsable de la destrucción de esos sueños.


-La gente estará encantada de poder oírla, Ester-aseguró Inés con una sonrisa.

 Había escuchado varias veces a Ester Molinari, cuando visitaba la mansión. Era una intérprete impecable en la ejecución de sus conciertos. A pesar de su edad todavía sus manos corrían ligeras y suaves como mariposas, sobre las teclas del piano.

- Debería ensayar  varias piezas. Piezas bastantes conocidas: Strauss,  Chopin y el gran Mozart, no pude faltar- triunfante  declaró -¡Si, participaré del festival! han pasado muchos años, pero esta experiencia será la forma de recuperar un poco del tiempo perdido.

-¡Que alegría, señora Ester! ¡Podrá  compartir su arte con nosotros! ¡La Madre Superiora estará feliz!- Con un pequeño aplauso infantil, sor Inés  expresó su euforia.

 Al principio parecía imposible pensar que Ester Molinari aceptara una propuesta semejante: El orfanato era una obra que las hermanas anhelaban concretar. No solo un refugio para los niños sin hogar sino también una escuela, con sus respectivas actividades deportivas y artísticas. Eso significaba una importante inversión de dinero. Las hermanas estaban preocupadas, porque no tenían muchas formas de conseguir esos ingresos.
 La Madre Superiora no estuvo equivocada cuando les pidió no darse por vencidas. La luz de Jesús las guiaría en sus pasos, para encontrar a los benefactores de la nueva obra. 
Sor Inés se marchó de la residencia dichosa con el resultado de su visita. Sólo pensaba en dar la buena noticia a sus compañeras en el convento. Ni se acordó del diario. Ni de las cosas horribles que leía todas las noches en él.
Antes de irse de la mansión comunicó la novedad a Teresa y prometió hablar con ella en otro momento. Teresa estuvo feliz por la decisión de su patrona. El encierro de tantos años comenzaba a terminar  siquiera para una de las dos hermanas Molinari.



El festival involucraba un gran trabajo. Sor Inés y  sus compañeras tenían mucho por hacer. En veinte días llegaría la fecha. En el convento esperaban que toda la región acudiera. La única manera de conseguir  una importante suma de dinero era con la participación de cada ciudadano de San Onofre. El periódico local estuvo dispuesto a ceder una página completa de publicidad. Con el listado de artistas confirmado pronto comenzaron a  difundir el evento.
Doña Ester Molinari, una gran pianista, por primera vez se presentaría en un escenario. Su actuación ayudaría a  convocar mucha gente del pueblo. Esa convocatoria ayudaría al orfanato, pero no imaginaba Ester, que también atraería a ciertos invitados indeseables.




Continuará. 


Mensajes para un gran amor
Autor: Adriana Cloudy
Todos los derechos reservados
Argentina 2010

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